Los sueños truncados de Lina Marcela

Una gran profesional del área contable, bilingüe, destacada en las artes de la danza y en cosmetología, y con un trabajo social consolidado en pro del bienestar de su comunidad en el barrio Las Flores. Así  visionaba su futuro Lina Marcela Caballero Zabaleta, quien a sus cortos 20 años de edad vio truncados todos sus sueños al convertirse en víctima de la persona que menos se imaginaba: el exnovio a quien también le había compartido sus aspiraciones e intereses para forjarse un gran futuro.

Lina Marcela era la menor de cuatro hermanos, por tanto, desde que llegó a este mundo se convirtió en la alegría y la luz del hogar que hoy llora desconsoladamente su absurda ausencia. Su familia mantiene vivo el recuerdo de la vivaz niña y adolescente que con cada nota musical le daba a su casa un ambiente festivo.

“Desde su llegada, por ser la única mujer,  fue como un regalo del cielo que cambió nuestras vidas a medida que iba creciendo y demostraba su personalidad alegre, cariñosa y sensible con los problemas de los demás. Nos sentíamos cada vez más unidos con su ternura y paciencia, Lina nos inculcó que la vida podía ser más alegre, no importaba si teníamos problemas o días tristes, ella siempre cambiaba  todo con su sonrisa”, manifiesta Ismael Antonio, el segundo de los hermanos en el hogar Caballero Zabaleta.

Su pasión por la música la convirtió en una gran bailarina de todos los ritmos, especialmente la salsa, champeta, reggetón, y pop. Su cantante favorita era Rhiana, cantaba en inglés todas sus canciones y, por supuesto, también las bailaba. Durante un año estuvo vinculada a la Casa de Cultura de Las Flores y allí aprendió a bailar los ritmos folclóricos  que identifican la tradición cultural del Carnaval de Barranquilla.

En el Colegio Distrital Las Flores se destacó como una de las mejores estudiantes y evidenció su talento para la danza. En el  2017, se graduó de bachiller y posteriormente culminó los estudios de Auxiliar Contable.

Paralelamente, también resaltaba su habilidad para el maquillaje, la que compartía desinteresadamente con las amigas que la necesitaban.

Consciente de las oportunidades laborales que se abren con el idioma inglés, Lina Marcela orientó sus esfuerzos a lograr el aprendizaje del mismo, por ello adelantó algunos estudios en el Centro de Formación Cocercas, se presentó infructuosamente tres veces en el Sena y la pandemia de Covid-19 la sorprendió cuando hacía las gestiones para estudiar Lenguas Extranjeras en la Universidad del Atlántico.

Además de ser la consentida de su casa, era una gran colaboradora con las labores domésticas y, sobre todo, con el cuidado de sus sobrinos a quienes cuidaba y protegía con inmenso cariño.

Entre sus amigos y vecinos también dejó una huella inolvidable porque Lina Marcela siempre estaba dispuesta a liderar actividades como rifas, venta de fritos y colectas para ayudar a superar las necesidades de quienes lo requerían.

“A Lina no le quedaba difícil liderar cualquier obra de caridad con tal de servirle a las demás personas, por eso, tenía tantas amistades que la valoraban como la persona de bien que siempre se dio a conocer”, precisó su cuñada Briggith Paola Polo.

Tristemente, Lina Marcela Caballero se convirtió en otra víctima de feminicidio  en el departamento del Atlántico. Es absolutamente inaudito que hoy nos estemos enfrentando a una generación de desadaptados  que se están acostumbrando a una ‘dependencia afectiva’ según su conveniencia y que, a la mínima señal de perder ese estado de confort sentimental, sacan lo peor de ellos como seres humanos y no les importa acabar con la vida de la persona a la que supuestamente han entregado sus mejores sentimientos.

De acuerdo a los registros de la Policía Nacional, en el 2020 han ocurrido 37 asesinatos de mujeres en el área metropolitana de Barranquilla y tres en el resto del Atlántico. De ese registro, 15 se han tipificado como feminicidios.